El olvidado encanto del trampantojo

Los estilos moderno han relegado al olvido algunas técnicas de pintura decorativa encantadoras. Una de ellas, de larga tradición en Europa, nacida en Francia y con carta de naturalización española, es el trampantojo o trompe l’loeil (literalmente «trampa para el ojo»), que a últimas fechas ha vuelto a ganar cierto protagonismo ante el éxito de las pinturas callejeras de Julian Beever y sus diseños de tiza en tres dimensiones.

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El trampantojo tiene esa misma finalidad: la ilusión del espacio y de los objetos. Crear ventanas o umbrales a otros ambientes y habitaciones ahí donde sólo hay una pared. Se trata de un recurso muy utilizado en la decoración victoriana para ampliar visualmente un ambiente o disimular un espacio vacío.

La pintora norteamericana Linda Paul retoma esta tradición, con un aire añejo de acuarelas y naturalezas muertas, y las incorpora mediante el uso de mosaicos pintados, a la cocina. El efecto que consigue mediante sus trampantojos de mesas con botellas de vino y flores, pintadas en un delicioso estilo anacrónico, es refrescante, y aporta calidez hasta a la cocina más industrial y minimalista. Ella proporciona el grupo de mosaicos de la pintura, y el cliente la coloca en el sitio que desee, acompañada o no de cerámica común.

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Los trampantojos de Linda Paul se pueden adquirir online.

Vía | Freshome

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