El diseño, de unos años a la fecha, se ha volcado a la recuperación de los materiales naturales: la piedra, las fibras, la madera… Pero muy pocas veces habíamos encontrado un diseño que pareciera venir de esas épocas en que el hombre y la naturaleza estaban hermanados por el trabajo duro, la frugalidad y las formas directas, que parecían nacidas de un árbol o esculpidas por el viento, pero bajo una óptica moderna.
Y ese es el caso con esta pieza creación de diseñador suizo Jonas Lindvall: la silla Berbard.
La silla Bernard luce una simetría que tiende líneas de fuerte carácter hacia el piso en una firme pero delicada ergonomía. Un aspecto engañosamente tradicional.: las patas traseras, que continúan el trazo del respaldo, rompen la simetría al encontrarse con la base en forma de equis, como si el diseño final de la pieza fuera accidental. Un golpe de azar, aleatorio, como las vetas de su madera.
Producida a mano, en nogal, roble y fresno, y según su creador es un intento por recrear «una silla que pudo existir hace 700 años». Pero sus referencias a la artesanía y la naturaleza trascienden modas y tiempos, y nos legan una hermosa pieza atemporal.